Abstract:
Este estudio se enfoca en la epidemia de fiebre amarilla que afectó a la Ciudad de Corrientes durante el primer semestre de 1871, un evento que ocurrió en un contexto convulsionado por la Guerra del Paraguay, la Rebelión de López Jordán y la irrupción del Estado Nación sobre la soberanía provincial. La premisa central de la investigación es que las epidemias, como situaciones excepcionales, desencadenan complejos procesos sociales que trascienden el plano biológico, modificando las relaciones sociales y contribuyendo al fortalecimiento estatal e institucional. El objetivo general es estudiar la incidencia de la epidemia en la capital correntina durante la primera mitad de 1871. Los objetivos específicos buscan identificar el contexto institucional preexistente y analizar sus transformaciones en el ejercicio del poder durante la crisis sanitaria, así como examinar la crisis de mortalidad y los imaginarios sociales en correlación con los cambios en las estrategias de acción de las instituciones y la población. Para abordar estos temas, se emplea un enfoque etnohistórico, combinando el método tradicional de la historia (archivo y procesamiento de fuentes documentales) con el análisis desde la antropología y el diálogo con la biología para comprender el aspecto clínico y el agente transmisor de la enfermedad. La metodología se centra en el parámetro espacio-temporal de la Ciudad de Corrientes entre enero y junio de 1871, utilizando fuentes documentales que incluyen un 80% de fuentes inéditas, como la Correspondencia Oficial y los Expedientes Administrativos, y un 20% de fuentes editadas. Las conclusiones indican que la epidemia se desarrolló sobre una estructura institucional (provincial y nacional) que ya estaba en proceso de construcción y que contaba con experiencias previas en eventos desestabilizantes. No obstante, el miedo y la mortalidad provocaron la huida de gran parte de la población y el quiebre de instituciones locales, siendo el Consejo Municipal un ejemplo al desintegrarse por la deserción de sus miembros. La crisis de mortalidad, con picos en enero y febrero, afectó gravemente al personal clave (médicos y funcionarios), determinando la capacidad operativa de las respuestas sanitarias. Los imaginarios sociales, que veían a la ciudad como un foco infeccioso, impulsaron estas deserciones. Además, se generaron conflictos de poder entre las instituciones de orden nacional y el gobierno correntino (por la cuarentena en el puerto) y entre los organismos locales (Comisión Permanente y Jefe de Policía) por la administración eficiente del cementerio y los fondos. Finalmente, la crisis y la necesidad de acción inmediata resultaron en la centralización institucional del poder, recayendo las funciones de la Comisión de Salud Pública, el Municipio y la Policía en el Jefe de Policía, Federico Roibón. El fin de la crisis de mortalidad, a partir de mediados de marzo, permitió el restablecimiento progresivo de la vida cotidiana y el reordenamiento institucional.