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Se discute si Arnold
Toynbee
es un historiador o un filósofo
(un
filósofo de la historia). Veamos hasta qué punto se ocupa, en sus escritos,
de otra cosa que no sean procesos históricos. Comenzando por la base:
determinar qué es la historia —o sea, su definición—, y cuál es su fundamentación como disciplina científica, es necesario recordar que muchas
ciencias cuentan ya con una metaciencia, es decir, con una serie de principios o postulados científicos que las fundamentan y delimitan. La historia, que es el estudio del cambio —y de su contraparte la perduración—
en el universo, busca su fundamentación científica, básicamente, en el
estudio del problema de la existencia del tiempo (cambio y tiempo, que es
espacio + movimiento, al menos para la filosofía tradicional, están íntimamente relacionados) y de esa tarea se ocupa la Filosofía de la Ciencia.
Pero la palabra
historia
designa,
consuetudinaria
y etimológicamente,
a
una disciplina que sí ciertamente investiga una trayectoria temporal, pero
específicamente ésta es la de la especie humana o la de grupos de esa
especie (el hombre es aquí no sólo el sujeto que estudia sino también el
objeto, estudiado en su pasado social) y, en este sentido, vista desde una
perspectiva científica omnicomprensiva, aquella fundamentación sólo la
alcanzaría en segundo término, debido a la calidad de la historia de ser un
enfoque parcial de una temporalidad total. |
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