Abstract:
Si bien en la actualidad la figura del corrector aparece en ciertas ocasiones fusionada con la del editor, su labor requiere no solo de conocimientos técnicos, sino de 'saberes' obtenidos gracias a una sólida formación cultural, al modo de la que poseían los copistas o amanuenses, originarios correctores, cuyo trabajo erudito y minucioso era una instancia obligada en la reproducción de una obra. La tarea del corrector presupone en efecto el manejo de una serie de competencias (enciclopédicas, gramaticales y textuales) cuya especificidad analizamos en este trabajo. Por otra parte, la aplicación exagerada o inadecuada de estos saberes altamente especializados entraña, paradójicamente, dos grandes peligros: la sobrecorrección y la ultracorrección. Corregir es entonces una técnica, que se nutre de conocimientos previos y de procedimientos específicos que son factibles de ser adquiridos por la práctica. Pero el 'buencorregir' es también un arte -no existe una única versión posible para corregir un texto- para el cual el corrector, entre otras cualidades, debe poseer criterio profesional y personal para adecuarse a las distintas circunstancias laborales y talento personal para encarar su tarea desde la especificidad de su saber.