Abstract:
Sería coherente comenzar esta exposición con una concienzuda crítica al concepto de “crisis” y su utilización para el análisis histórico; como sería igualmente adecuado analizar las consecuencias ideológicas que connota la utilización de este concepto, tanto desde nuestra perspectiva actual así como de la necesaria precaución que implica la utilización de fuentes relativas a esta “crisis”. Sin embargo no realizaré ese gasto. Excedería seguramente el marco de la comunicación y de mi interés, por lo que me conformo con el sentido habitual de la palabra “crisis”, sentido que en la historiografía del mundo romano está firmemente asociado a la idea de “decadencia” -fundamentalmente en contraposición al período dorado de la pax romana. Hoy en día se critica esta lectura de la decadencia
del bajo imperio, revalorizando los dos últimos siglos de la historia romana, y fundamentalmente el siglo IV, destacando su versatilidad, predisposición al cambio, actitudes dinámicas y, en suma, una capacidad de maniobra fantástica para adecuarse a nuevas realidades que permitieron la supervivencia del imperio por un largo período, para no señalar el obvio éxito de las reformas ocurridas en este lapso en la pars orientis. Las condiciones para que esto ocurriera se dieron durante el período de la crisis, incluyendo el lapso que engloba a la dinastía de los Severos, y básicamente estuvieron ligadas a una profunda transformación en la estructura del Estado. Para que esta transformación ocurriera fue necesario oponerse a los intereses de poderosos sectores aristocráticos ligados al Estado, lo que dio por resultado la segunda guerra civil a gran escala en la historia de Roma.