Con diferentes cambios de interpretación, las rebeliones urbanas del siglo XII fueron consideradas como una prueba de que la conciencia social de los burgueses se manifestó entonces de manera diáfana. Este concepto que se adueñó de los historiadores liberales clásicos, fue mantenido por sus críticos marxistas y reaparece hoy en el análisis neoclásico. En todas estas versiones, esa forma de situarse en el mundo medieval fue considerada un anticipo de la constitución del mundo moderno, en tanto los burgueses actuaron haciendo o controlando el mercado. Este punto de vista se impugna en el presente artículo. Para ello se procede a: 1) mostrar el formalismo de las elaboraciones clásicas, heterodoxas y neoclásicas; 2) se propone que esos movimientos se generaron por pequeñas cuestiones concretas y sus protagonistas fueron descubriendo poco a poco sus objetivos; 3) que su meta llegó a ser la organización institucional, es decir, la comuna o el concejo que los eclesiásticos impedían organizar; 4) se termina alegando que sin un gran proyecto, es decir, sin una idea general finalista, esas prácticas urbanas (revolucionarias o no) contribuyeron a la génesis del sistema político moderno y de su sociedad civil.
Fil: Astarita, Carlos. Universidad de Buenos Aires; Argentina.
Fil: Astarita, Carlos. Universidad Nacional de La Plata; Argentina.